lunes, 18 de julio de 2016

Plegaria a un mañana de invierno

Que dios nos vea a todos por igual, y la ley ante todos como dioses.
Que nos digamos mentiras, sin dejar de mirarnos a los ojos en sincericidio.
Que nos sirvamos todo por igual, dejando la botella con gotas inservibles que jamás serán servidas.
Que los mediodías dejen de ser medios, y si pedazos enteros de detalles eclécticos.
Que las noches se apaguen para que las encendamos de un solo “click” sin un botón 
falseado.

Que nos fundamos en metal líquido y nos forjemos en bastiones de otro siglo.
Que compliquemos lo sencillo, solo para no complicarnos tan seguido, sencillamente.
Que ver sea aburrido, así nos dedicamos a salir para que otros aburridos nos vean.
Que podamos predecir mal un final, terminando en offside una y otra vez y otra vez por estar adelantados.
Que crucemos la calle a la par, pero que el semáforo esté con el tipito siempre colgado en rojo.
Que nos levantemos de una siesta, y que la resaca nos deje sin levantarnos y sin oreos y sin cindor..
Que dejemos de idealizarnos y nos propongamos de una vez por todas ser ideas, y no 
ideales.
Que nos ahoguemos en un mar de gustos sin sentido, en una marea que nos identifique desde la orilla.
Que los soles nos quemen en la noche, y la luna nos ilumine a través de las hojas de los árboles de la Plaza Güemes.
Que distingamos lo superficial para dejar aún lado las superficies y lo super facial a la vez.
Que miremos a través de cada uno para saber quién está parado en cada una de las esquinas esperando el 55 hace mil años.

Que seamos histeria pura para envolvernos en las ganas que nos atan y nos alejan a la 
vez al uno del otro.

Que impidamos sonar siempre lo mismo en la radio, solo para escuchar nuestra 
interferencia en los auriculares de todos en el bondi.

Que nos doblemos en partes iguales, y hagamos desigual el papel que le toque jugar a cada parte.

Que contaminemos el ambiente con toxinas que emiten nuestros cuerpos al mirarnos y 
otros tengan que usar barbijo para respirarnos.

Que dejemos de soñar lo mismo de todos los días, y despertemos en la vereda de una vez 
por todas. (no así en la calle)

Que incendiemos los restos de las molestias y fumemos sus cenizas posadas en un lillo.
Que plantemos un álamo en el patio de una casa que no sea la nuestra y cuya dirección olvidemos en Morón.
Que dividamos la rutina en un tercio para recordarla y todo lo restante para doblegarla a nuestra insensatez.
Que maduremos al revés aprendiendo erróneamente a ser adultos insensatos.
Que mañana nos acostemos temprano, pero despertemos tarde a la misma hora de ahora.
Que mañana tenga un tono distinto al de hoy, y que suene una nota más alta sutilmente 
colocada.
Que mañana haya pasado cada cosa que anhelamos, dejándonos sin anhelo y sin aliento.
Que mañana sea pasado, pero sin olvidar-lo; sin olvidar-nos.
Y que mañana sea el principio de otro mañana como el de ayer, a la hora de hoy, en pleno invierno y en plena frazada.