domingo, 12 de febrero de 2017

Refugio

A los refugios per se
habitualmente no acudo.
Solo tramito la maldita zona de confort
esa que tantos kilos pesa
cuando intento-siquiera- mirar por su cerradura.

Pero a refugiarse a nuevos lugares
eso sí que nunca lo intenté.
Y si supiese por dónde empezar
me tropezaria mil veces
hasta encontrar las medias adecuadas
para las zapatillas que no me hagan doler los pies.

Me pregunto entonces cómo hacer
para revolver entre lo tangible
para acceder a eso que no lo es,
y que me permita ser más llevaderos
esos días llenos de calvario y dinero.

Entre el café sucio de la mañana
y el dolor punzante de ser tan oscuro
preveo resolver al menos
cuántas veces tendré que lavarme la cara
o la tuya en el celu.

Anhelo al menos entonces
que la respuesta esté cerca de mi ombligo
y que peque pocas veces de ser tan ciego
como para ver un refugio venidero.

Porque de no ser así,
ese agujero en la pared no me va a ser de ayuda
y tampoco todos los descorches semanales
de roñosas botellas de vino tinto
que me embriaguen un aire nuevo.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario